viernes, 9 de febrero de 2007

SOLEDAD

Soledad, así se hizo llamar por mucho tiempo aquella mujer que vivió por meses enclaustrada en el olvido, donde ni el zumbido de las moscas que se paseaban por su alrededor lograba escuchar, ella postrada en su longeva cama de madera, envuelta entre sus sábanas blancas lloraba el amor que un día dio, lloraba el dolor que su primer amor le dejó.
Por su mente vagaban imágenes de hermosos momentos vividos junto a un ser que totalmente nunca vio, que nunca en realidad conoció, pero que sí por mucho tiempo disfrutó,
vuelven a su memoria los besos y las caricias que más de una vez le regaló. Una lágrima corre por su rostro,
mientras por el pasillo que conduce a su habitación…¡No llores Soledad! ¡No llores Soledad! Repite una voz, borra de tu mente el pasado, olvida tus errores y levántate, vamos abandona ese lecho que nunca tu cuerpo lo hará.
Anda párate, tú puedes, sé que eres fuerte y adelante saldrás. Pero, ¡Ya no llores Soledad!... ¡Ya no llores Soledad!…Ya nadie más daño te hará.
Vamos mira ese sol que brilla y no nos deja de alumbrar, así serán tus días ya no de oscuridad, ni llanto, sino de luz y felicidad.No se mueve, no se ríe, sigue ahí en su vieja cama, en su amada cama, pero aún no deja de llorar, los días corren y las agujas del reloj dorado (un regalo que su amante desconocido le dio) siguen girando, aunque esta vez sin sentido para la vida, sino para la muerte.

1 comentario:

giancarlo tejeda dijo...

soledad... esta paja el texto... se siente la melancolIa y la soledad