lunes, 28 de marzo de 2011

Hasta el final de los tiempos

Amor de mi vida, tú me hieres /a veces /
No sabes lo que significas para mí /hermoso/
Te guardo siempre en mis pensamientos /Te amo/
El amor es tan difícil /muchas veces/
No desgastes lo que hoy siento
No puedo enfrentar esta vida sola /te necesito, quiero hacerlo contigo/
Los demonios nos poseen siempre
Pero si tú y yo juntos luchamos
Llegaremos a ese hermosos final /nuestro sueño/
Envejecer juntos y continuar amándonos hasta el final de los tiempos.

martes, 8 de febrero de 2011

14 de febrero / 2009

Aquel día nunca se borrará de mi mente. Tu papá se iba de viaje, tenía una comisión en Barranca, su salida de Lima era por un día, él no sabía si dejarme porque yo estaba a una semana de cumplir los nueve meses de embarazo.

“No creo que pase nada”, le dije muy apenada porque era 14 de febrero y yo con mi panzota quería estar al lado de él – con el embarazo me volví aún más sensible, lloraba de todo -  al mismo tiempo demostraba ser fuerte, en ese momento no lloré, ni le expresé tristeza, al contrario le dije: “anda tranquilo, voy a estar bien”. Él preparó sus cosas y salió a las seis de la mañana con su equipo fotográfico y la laptop del trabajo.

Antes de que termine de irse, yo sentí un ligero punzón en mi vientre, pero callé, pensé que de repente sería algo psicológico, pues ambos habíamos quedado en salir a comer por la noche a su retorno a Lima, entonces pasó por mi mente “todo estará bien”. El chofer estaba abajo esperándolo para marcharse a Barranca, entonces los dos se marcharon.

Volví a sentir el punzón en mi vientre, esta vez sí lloré, estaba sola en la habitación, me sentí muy triste por no tener en ese momento a alguien conmigo – mi sensibilidad era extrema – entonces, decidí llamar por teléfono a tu papá, él me dijo: “Llama a tu mamá y dile que vaya a acompañarte, si continúas sintiéndote mal me llamas, yo regreso como sea de la comisión” – me sentí triste nuevamente porque hubiese querido que tu papá esté conmigo en ese momento y es que me sentía muy frágil, demasiado, tenía miedo y pena – llamé a la mamita Nancy, le conté de los dolores que sentía y ella me dijo: “hijita tómate un anís, yo me alisto y voy para allá, pueden ser cólicos, pero si no te pasa con el anís, entonces ya es la hora del parto”, yo fui a prepararme el anís, me sentía sola, mi suegra estaba en su cuarto, pero yo no quise levantarla y esperé hasta que mi mamá llegue, me aferré mucho a ella, y ella una madre tan linda me trató con mucha dulzura, llegó y me preguntó muy preocupada ¿Cómo te sientes? – Le respondí: “los dolores continúan, son leves, pero siguen” – “Entonces, es la hora mami”, me dijo la mamita Nancy.

Eran ya las nueve de la mañana, yo continuaba con las pequeñas contracciones y comunicándome con tu papá por el teléfono,  estaba tranquila y en todo momento se la transmití a tu papá, le decía que los dolores no eran mucho y que pondría de mi parte, que no se preocupe.

Así pasaron las horas, fui a hacer compras a Toottus con la mamita Nancy y mi suegra, allí, recuerdo, que las contracciones ya estaban aumentando su intensidad, el dolor era más fuerte, luego regresamos a casa, desayunamos, comí un rico pan con palta y tomé emoliente, mucho emoliente – siguiendo los consejos de la obstetra para dar a luz con facilidad – pasaba el tiempo y a las 3:30 de la tarde fuimos las tres a la clínica para que me revisen, llegamos y el doctor me dijo que aún faltaba para dar a luz, porque estaba en uno de dilatación, que regresara a la casa porque el parto sería en la noche o en la madrugada.

Yo no sabía a dónde ir, si a la casa o a la casa de la mamita Nancy, hablé con tu papá y me dijo que mejor vaya a la casa para terminar de preparar tu cosas. Yo estaba entrando en desesperación, porque los dolores eran cada vez más fuertes. Realicé todas las técnicas que me enseñaron para tranquilizarme y mantenerte tranquilo a ti. Respiraba y respiraba como me instruyeron en las clases de piscoprofilaxis. Los dolores eran tan fuertes que yo me quedaba dormida, veía a tu papá que escribía y escribía el tiempo entre cada contracción, y yo me refugiaba en los brazos de la mamita Nancy, ella muy tierna, muy dulce, me sostenía fuerte, me daba su mano para presionarla cuando llegaban las contracciones, así pasaron las horas... No dejé de caminar por largas horas del dormitorio a la sala y también al baño, quería que todo acabara pronto y que tú ya estés en mis brazos, el final de esa etapa se acercaba...tras cinco horas de labor de parto pedí que me llevaran a la clínica porque no podía más con los dolores, además presentía tu llegada.

Por momentos llegué a pensar que nacerías en el taxi, con las justas entramos a la clínica, nos revisaron hijito y recuerdo muy claro, que la doctora me dijo: “Ruby no vayas a pujar porque se ven los cabellitos de tu bebito”…Entonces me trasladaron en camilla a la sala de partos, tu papito tenía en sus manos la grabadora para capturar el momento de tu nacimiento y su cámara fotográfica, pero el tiempo era tan corto que no se pudo hacer lo que planeamos en un inicio.

Eran las 9:05 de la noche, cuando al tercer pujo viste la luz, yo me asusté porque no te escuché llorar, le pregunté al doctor ¿Por qué no llora mi hijo? – él me respondió: “Espere señora, ahora lo hará y así fue” – te escuché y sonreí, me sentí la mujer más feliz del mundo, la más afortunada del universo, te abracé, te besé y descansé, estaba exhausta...luego te llevaron a bañar, pesar y a cambiar, tu papito no pudo entrar a la sala pero más tarde me contó que derramó varias lágrimas cuando te escuchó llorar, él también te esperaba desde hace mucho tiempo Estéfano, nuestro Matías Estéfano.

Después vi a tu papá, él estaba preocupado por ti y por mí, yo no te veía aún y me contaba que eras  muy lindo y despierto, que levantabas tu cabecita para mirar a todos lados, me sentí muy contenta, por haber hecho las cosas bien, porque tú estabas bien y además, desde ese momento Estéfano supe que jamás me sentiría sola, porque tú siempre estarías conmigo. Te adoro hijo, estoy muy feliz de tenerte a mi lado. Gracias por escogerme como tu madre. Gracias hijito, muchas gracias.

Ese día tu papito te hizo dormir en su pecho, no quería dejarte en la camilla, te veía tan frágil, indefenso, chiquitito, él te quiere muchísimo, te adora, te ama y me siento muy contenta por tenerlos a los dos a mi lado. Por ser yo tu mamita y también la esposa de tu papito.

Ahora ya vas a cumplir dos años, dos hermosos años, me siento feliz al ver como te desarrollas, tu habilidades tu audacia no dejan de sorprenderme día a día. Y aunque varios celebren el día de San Valentín en tu cumpleaños, el 14 de febrero, nosotros siempre celebraremos tu llegada mi rey. 

ERES MI VIDA MATÍAS ESTÉFANO, MI ESTÉFANO.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Soledad...te extraño (a veces)

Caminando, pensaba, recordaba, te imaginaba nuevamente aquí conmigo Soledad. Es raro, me siento extraña, diferente a los demás, estoy y no estoy, hay gente a mi alrededor, pero yo me siento en otra parte. Mis ideas, ideales son tan difíciles de alcanzar, de hacerlos realidad.

Me siento en las nubes, tengo ganas de volar, irme lejos por un minuto, un segundo. No sé si el resto me entiende, a estas alturas ya no sé nada. No estoy drogada, no hago esas cosas. No tengo algo en contra de las personas que sí lo hacen, pero me jode cuando arruinan su vida por ello.

Alguna vez probé drogas, en realidad varias veces, pero nunca llegué a ese punto alucinógeno que todos gozan. No sé por qué, quizás lo hice mal, no lo sé, por eso no logró gustarme. Pero, lo que si sé, es que no quiero hacerlo más, no por miedo a volverme dependiente de esas vainas, simplemente porque no me da la gana.

Retomando lo que inicié, te digo simplemente. Te extraño. Cuando estaba contigo podía hacer muchas cosas, lo que yo quería. Muchas veces me pelee con mis padres por ti, pero yo seguía dándote el gusto. Me encantaba sentirme libre, pasarla bien.

A veces me haces falta, esto no significa que me arrepienta de tener a mi lado a esas dos hermosas personas que me acompañan día a día, pero quisiera escapar por un momento de esta realidad e irme lejos, donde nadie me señale por lo que hago, pienso y hablo. Te extraño Soledad.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Tu nombre y tú, hombre...

Llevas un bonito nombre. Corto, pero significativo. Me gusta.
Te conocí una noche entre copas, salimos unas cuantas veces.
Fui feliz entre tus brazos, escuchando tu voz sobre mi pecho.
Ahora ya no te tengo, al menos como antes ¡ya no!
No sabía de ti hace años, nunca me atreví a llamarte, después de aquella, última vez, nunca más.

Hoy te vi a lo lejos. Allí parado, estabas como siempre. Guapo (para mí), atractivo, un ser fantástico. Yo desde mi lugar hice simplemente recordar esos momentos nuestros. Un beso, un adiós, un hola sin hasta luego. Aquí seguimos, tú por allá, yo por acá…pero seguimos hasta algún final.

martes, 9 de noviembre de 2010

Y le contaré a mi hijo de papá Noel

Nunca le escribí una carta a ese viejo barbón y panzón, papá Noel, mis padres siempre me dijeron “no existe”. Pese a ello, a sus aclaraciones, lo imaginaba bajándose por mi chimenea en la madrugada para ir a dejar los regalos. ¿Una linda o tonta ilusión?

A un mes y 15 días de celebrar la tradicional Navidad, me puse nostálgica, recordé aquellos momentos, algunos no muy buenos, otros de brindis y felicidad. Esta es la segunda Navidad de mi hijo, él tiene un año ocho meses y aún no sabe el significado de esta fecha.

Este día especial, noche bendita, es muy bien esperada por todos los cristianos, en este día muchas familias se reúnen para dar gracias por el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, quien vino a salvarnos del pecado.

Yo no quiero inventarle cuentos a mi hijo, pero quiero que conozca del amor que Dios nos dio al entregarnos a su primogénito. Es tan importante conocer y sentir el amor del Señor. Yo lo siento y voy a transmitirle este sentimiento a mi pequeño.

Quiero, siempre darle lo mejor a mi bebé. Él es muy importante en mi vida. Lo amo. Y le voy a contar de papá Noel, San Nicolás http://es.wikipedia.org/wiki/Pap%C3%A1_Noel