viernes, 26 de septiembre de 2008

Camino a casa

Muchas piedras interrumpían mi camino,
Recogí algunas y sin querer me lastimé.
Me senté bajo la sombra de un árbol coposo
para quitarme la sangre que inundaban mis dedos.
No entendí por qué, pero como loco empecé a reír
(era por la pena que afligía mi alma)
Llegó la media noche y la lluvia me rodeaba
yo continuaba atrapado en ese bosque
cubierto de murciélagos y húmedad.
De pronto el miedo me envolvió, el ruido de la noche me asustaba
Mi calma era buscar entre mis pensamientos el rostro de ese alguien especial,
pues solo ella calmaba mi intranquilidad.
Su imagen tan dulce, su cabello negro ondulado y sus ojos tan grandes me llenaban de ternura, apartaban de mi vida toda negatividad.
La siento tan cerca cuando quiero a pesar que se encuentre muy lejos, está en el cielo, espero algún día poderla abrazar, no sé si me recordará, porque la mentalidad de las almas se vuelve tan frágil que dudo sepa quien soy yo en realidad.
Aquella niña vaga en la difusa angustia de algún día haber estado acá.
Lo siento niña perdida en el tiempo, niña de los bellos recuerdos.
Dame un abrazo quisiera pedirte, no sabes cuanto lo necesito pequeña.
Hubiesemos sido grandes amigos, grandes amantes.
Hasta luego dulce mariposita, tus colores se esparcieron en el cielo para guiarme el camino a mi hogar. Pronto nos reencontraremos, nos conoceremos e intentaré que me logres recordar.
Ahora no puedo hacer nada pero gracias a tu apoyo, me levanto y sigo yendo a casa, sin dar marcha atrás…

No hay comentarios: